— Día 2 : Yo, Grolyx Daikki Miyamori sentí la presión abrumadora de la Neozonix, la sagrada gema en forma de estrella, como si el destino mismo me estuviera arrancando del Chronos – Void. Mi último recuerdo había sido el encuentro con Küla Amu N’Guillan, pero ahora, el poder de la gema me había trasladado a un mundo inquietante y desolado.
Cuando aterrizé, el paisaje que se desplegó ante mí era un escenario de pesadilla. El cielo estaba cubierto por una capa espesa de nubes grises, que apenas dejaban pasar la luz. Las ruinas de lo que alguna vez pudo haber sido una civilización se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
El suelo estaba cubierto de escombros, y la tierra parecía respirar bajo una niebla densa y nauseabunda. Las sombras se movían de manera inquietante, y criaturas de aspecto grotesco surgían de las oscuras grietas en el suelo. Cadáveres vivientes, con piel putrefacta y ojos vacíos, se arrastraban y devoraban con frenesí la carne y el aura de seres vivos, como si la desesperación misma hubiera cobrado forma.
Sin perder tiempo, me precipité hacia la primera estructura que parecía ofrecer refugio: una biblioteca monumental.
Su presencia en medio de la desolación era como un faro en un mar de oscuridad. Entré a tropezones, buscando una esquina oscura donde pudiera ocultarme.
El interior era tan inquietante como el exterior, un lugar de silencio absoluto donde el polvo cubría estantes colapsados y páginas de libros dispersas como hojas secas.
Mientras me ocultaba entre los restos, un holograma comenzó a proyectarse en la pared frente a mí. La imagen era fragmentada, como un espejismo en un mar de locura.
Una voz grave y autoritaria resonó desde el holograma, llena de una frialdad inhumana: “A Toda Terra Australis, yo Nev Enayalios 4.7, embajador del rey del inframundo, ordeno que se rindan ante mi amo, el Gran Hades. Mi amo está por llegar, no tiene sentido que se resistan a su voluntad.” El eco de aquellas palabras era como un lamento de condena.
Hades, un ser que parecía ser el maestro de este infierno, me dejó claro que este mundo estaba bajo el yugo de su fuerza inimaginable.
La desesperación se cernía como una sombra sobre todo, y el embajador, con su fría voz, parecía prometer un futuro aún más sombrío.En ese instante, comprendí que mi supervivencia en este lugar exigía algo más que habilidades de combate.
Necesitaba aliados, seres que comprendieran este entorno apocalíptico y que pudieran ofrecerme alguna esperanza en medio de la desesperación.
La realidad en la que me encontraba era una prisión de sombras y ruinas, y la única salida parecía ser la búsqueda de aquellos que pudieran unirse a mí en la lucha contra la amenaza inminente.
Mientras me hundía en la penumbra de la biblioteca, sabía que la única manera de enfrentar a Hades y su dominio sobre este mundo era encontrar compañeros dispuestos a resistir, a desafiar el horror y a buscar una chispa de esperanza en la oscuridad total que nos envolvía.