Desperté con la luz filtrándose a través de las cortinas. Sentía el peso familiar de BizFreud, mi gatito de 4 meses siamés que me regaló mi ex suegra, acurrucado a mi lado. Su ronroneo suave era lo único que interrumpía el silencio de la mañana.
Me estiré y pensé en el día que me esperaba: otro día de desafíos, con casos que cada vez eran más oscuros.
Sabía que tendría que enfrentar al Doctor en psiquiatria y mi jefe Valentín Rogelio Villut en el hospital, pero antes, estaba mi visita a Isidoro. El olor a tortas fritas y el mate compartido con él y su hija Paloma Isabel Leiva siempre lograban darme cierta paz antes de cualquier tormenta.
Mientras me vestía, recordé la última charla con Isidoro, su enfoque tan bíblico para todo.
Era su forma de ver el mundo, y aunque yo no compartía su fervor religioso, sus palabras siempre dejaban algo en qué pensar.Llegué a su casa y lo vi sentado bajo el alero, mate en mano, Paloma correteando por el patio.
—Lucas, vení. Mirá lo que te preparó la pequeña chef—dijo, señalando las tortas fritas.Paloma, toda orgullosa, me alcanzó un plato. —Están tremendas, Paloma, de verdad —le dije, mientras saboreaba una. Isidoro me ofreció el mate.El silencio entre nosotros era cómodo, hasta que él rompió la paz.
—Lucas, ¿viste lo que dice Santiago 1:5? “Si alguno tiene falta de sabiduría, que siga pidiéndole a Dios”. Te juro que pensé en vos cuando lo leí. La piba esta, Angélica… necesita algo más que lo que cualquier humano puede darle. —Sí, Isidoro. Pero vos sabés cómo son las cosas en Rauch — respondí, un tanto cansado—. La gente ya la tiene catalogada como “La Endemoniada”.
Isidoro, siempre sabio, asintió mientras cargaba otro mate.
—Proverbios 18:21, Lucas. “Muerte y vida están en poder de la lengua”. La condenan porque no entienden. Pero vos podés marcar la diferencia, hermano.
¡Fijate!, mi querido amigo — dijo, sacando su celular y mostrándome un video de JW.ORG el sitio web de su religión donde Dios Yavé o Jehová da consejo en su palabra “Las Santas Escrituras” para huérfanas y personas con problemas mentales, me dice tomándome de del hombro con calidez: —Hay material acá que te puede servir, programas para ayudar a chicos con traumas.Te los paso.
Paloma apareció de nuevo, interrumpiendo la charla con una nueva tanda de tortas fritas y le sonreí a la muchachita orgullosa de lo que cocino con esmero con una receta de su mamá Virginia Rocío de Leiva que murió de cáncer de pulmón hace dos años.
Por eso mi amigo comenzó su estudio de la Biblia con “Los testigos de Jehová” un año después dejando el vicio del alcohol y las juergas de póker clandestino.
Mientras tomaba el último mate, algo de lo que Isidoro había dicho resonaba en mi cabeza: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo” otro pasaje bíblico que me citó en la charla y repite de nuevo Paloma diciendo — ¡ No olvides este texto bíblico tío Lucas y ayuda a Angélica!, y la niña se fue a jugar con sus peluches.
Sabía que necesitaría esa fuerza para lo que venía.Antes de irme, miré el Cadillac Dorado modelo 58′ que Isidoro había empezado a reparar. —¿Vas a tenerlo listo pronto?—le pregunté.
—Descuida, amigo.Cuando lo pruebes, va a rugir como nunca—dijo él, con una sonrisa tranquila.
Entré al hospital con la sensación de que algo no iba bien.
Mis sospechas se confirmaron cuando, al doblar en uno de los pasillos, me encontré cara a cara con Valentín Rogelio Villut. Su mirada burlona era inconfundible.
—Harrison, el salvador de almas—dijo, su voz cargada de sarcasmo —. ¿Todavía pensás que podés con la ‘Angelita del Apocalipsis’?. Mantuve mi compostura, aunque la tensión era palpable. — Angélica es una paciente como cualquier otra — le dije, firme.—Ah, claro.
— Y me imagino que vas a sacarla de su ‘posesión’ como el cura dice, ¿no?— Villout soltó una risa, sigue diciendo con sarcasmo fingiendo preocupación — ¿No te das cuenta de que te supera? Dejá eso a los profesionales de verdad.
Lo miré, respirando hondo.No iba a darle el gusto de verme alterado.
—Tengo un mensaje importante que atender—dije, levantando el celular—. Ya hablaremos de esto en otro momento.
Villout me lanzó una última mirada de desprecio antes de continuar por el pasillo.
Me dirigí a mi oficina, cerré la puerta y reproduje el audio del comisario Benicio Felipe Peñaloza subcomisario de la policía rural en Rauch amigo de mi padre de toda la vida y mi padrino Católico.
Su voz sonaba más grave que de costumbre.
—Lucas, necesito tu ayuda con algo delicado. Mi sobrino está metido en la investigación de Frenistax, el tipo que llaman ‘La Máscara de la Muerte’.
— ¿Ya sabés lo que hizo en “Villa Félicita”?, y parece que ahora está en Tandil. Mi sobrino no puede con esto solo.
— Vos pibe tenés la tenacidad así como el instinto como tú padre para este tipo de asuntos, necesito tú experiencia como psiquiatra forense aunque ya no ejerzas después del asesinato de tu novia Vanesa Marita Piamonte, para ayudarnos a atraparlo antes de que mate a alguien más.No puedo confiar en nadie más para esto.
El peso de la solicitud cayó sobre mis hombros. Frenistax, un asesino en serie con un patrón impredecible, y ahora estaba cerca.
Sabía que involucrarme en esto me llevaría por un camino peligroso, pero no podía rechazar el pedido del comisario.Me quedé en silencio, procesando.
El caso de Angélica, la amenaza de Frenistax … todo parecía entrelazarse en una red de caos.Tomé el celular y le respondí con otro audio al subcomisario pronto a su jubilación por temas serios de salud :
—¡Voy a ayudarte!.Mándame los detalles y hablamos en persona en una hora en el nueva cafetería de la ” Heladería Bariloche.”