“Crónicas del Reino Fragmentado — Episodio 5 ” (Las aventuras Bao Xu Jung)

Día 2 (al anochecer): Mi crónica de lo que sigue a continuación es un fragmento de mi alma, grabado en el Kōdāiji Jingū, mi pergamino Ciber digital ancestral, un artefacto que custodia cada recuerdo como un testimonio eterno de mi guerra personal.

Escribo estas palabras como un eco de lo que fui, de lo que perdí y de lo que me empuja a seguir.

El Templo de los Cinco Horizontes ardió bajo el ataque de los Tenku Dark Shadow, liderados por Yukaze Kōji Midori, quien arrebató la vida de mi sensei, Kurotsuki Tetsuya Fujimura, con un golpe implacable.

Recuerdo cómo me enfrenté a los Vulpox, esos zorros ninja de élite cuya velocidad y precisión hacían que cada movimiento suyo fuera una amenaza letal.

Luché con furia, utilizando cada técnica ancestral que mi maestro me enseñó. En cada choque de espadas y en cada giro evasivo, mi cuerpo se convertía en un instrumento de resistencia, mientras sus ataques caían como una tormenta imparable.

Hoy sostengo la daga Indómita Paralux, un regalo de los Pradixian, símbolo de mi juramento por vengar a quienes he perdido.

En su hoja, veo reflejados los rostros de Shiro Kaito Ryuzen quién busca vengar la muerte de su hijo Hiroshi.

A quién supuestamente todo aquí dicen que mato mi amigo Grolyx Daikki Miyamori, por orden de su Señor feudal: Renzuke Akihiro Shirokawa, ambos inocentes, fugitivos.

Y Pilo Amatsu Ryuzen, el príncipe Vulpox desaparecio con mi amigo con un fragmento de la espina del Dragón Escarlata.

Se supone que la espina qué es mágica al igual que La daga Indómita Paralux, los trajo aquí como a mí, este mundo desquiciado.

¿Por qué estás aquí, Bao Xu Jung? —preguntó Adrián Gael Sousa, Tempestad Oscura, con un tono áspero que atravesó mis recuerdos.

Porque en cada batalla comprendí algo —dije, con la mirada fija en el horizonte, donde los ecos del pasado aún susurraban—. No importa cuán profunda sea la sombra, la luz en mi alma, aunque rota, jamás será apagada.

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