En el corazón de la Red Etheralis, donde el tiempo no es más que un juego de luces difusas, Bao Xu Jung sigue perdido, buscando respuestas. “¿Qué carajo está pasando?”, se pregunta mientras el eco de sus pensamientos se pierde en el vacío de su fortaleza en Ithurion, un lugar donde las leyes del universo se rompen y se hacen pedazos.
Un refugio, un laberinto, como su mente misma.(¿Qué carajo estoy haciendo aquí?), piensa Bao, caminando entre sombras sin entender aún por qué todo está siempre… en suspenso. De repente, en medio de la nada, un cristal en el centro de la sala brilla.
Es el Orbe del Destino uno de Los Cristales Monclús que se activa ante su presencia. La luz se intensifica y Etherin Seraphim K-4L, ese ser que lo conoce como si fuera un error del tiempo, se presenta ante él a través del cristal.
El inmortal, ese padre en la distancia, el arquitecto del orden, habla en su tono frío pero lleno de peso.—Bao, lo que vas a ver ahora va a abrir tus ojos a lo que ni siquiera sabes que estás buscando…Bao aprieta los dientes.
No tiene tiempo para misterios. Pero al instante, el cristal proyecta una visión ante él.
—¿Qué necesitas de mí? ¡Estoy listo para todo por mi amigo, la Garra de Antharian, Grolyx Dakki Miyamori! —dijo Bao, con esa actitud relajada, pero con una determinación que no pasaba desapercibida.
—Hay algo mucho más grande en juego, Bao. Tu amigo, Grolyx Dakki Miyamori, está perdido en algo que no entiendes. Te estás metiendo en un juego que ni tú sabes lo que va a costar —respondió Etherin, con su voz grave, resonante, como si estuviera mirando más allá del tiempo y del espacio.
—Ya lo sé, viejo. Pero igual, estoy dispuesto a jugármela por él, no me importa —se burló Bao, su tono irreverente cubriendo la preocupación que se asomaba en sus ojos.
—Observa el cristal, Bao. Lo que ves a continuación es el Orbe del Destino. La diosa Valkyria, Eira Rayel Drusthion, está atrapada en Angélica Ema Sayen. Teresa Encarnación de los Ríos, Madame Nocturne, busca su poder. Si lo obtiene, Kronos mi malvado hermano despertará, de su letargo en su prisión en la Dimensión Cremorium.
Tú eres el único ser junto a mis hijos reencarnados en Trevor Zion Blackwood y Teodoro Aukan N’ Guillan que pueden evitarlo. (voz grave, seria).
—¿Quién es esa mujer? (Bao, confundido, impaciente, pero determinado)—A su debido tiempo lo sabrás. Solo observa y comprenderás. Es lo que busca.
Una acólita sacerdotisa de Kronos , una pitonisa hechicera que hizo pacto con el para no morir jamás pero necesita de devorar la juventud de otros.
Una criatura Semi-mortal, (Etherin, con tono distante, sabiendo que Bao entenderá cuando llegue el momento).
La cafetería COFFEE & BAR 4/39, de la avenida San Martín 439 en la ciudad de Rauch en la provincia de Buenos Aires, estaba con poca gente esa tarde después de las 19 hrs , este 7 de Febrero de 2025, era un rincón cálido y acogedor, iluminado por las luces tenues que colgaban del techo.
El aire estaba impregnado de café y un sutil aroma a Vainilla. Valentín Rogelio Villaut, psiquiatra y director del ala de psiquiatría del Hospital de Rauch, se acomodó en su asiento, la mirada fija en la ventana, tratando de disimular el nerviosismo.
La cita era más que importante; algo en el caso de Angélica Emma Sayen , la que el pastor de la iglesia evangelica y el párroco católico denominan : “La Niña Endemoniada”, le generaba una inquietud extraña, algo oscuro que no podía descifrar.
La mujer, Teresa Encarnación de los Ríos, llegó con paso firme, como si supiera exactamente lo que quería.
Se sentó frente a él, con una sonrisa amable pero cargada de una sutileza casi imperceptible que a Valentín le dio escalofríos.
Sabía que venía con un propósito, pero no lograba adivinar si sus intenciones eran completamente honestas.
—Leí sobre su trabajo en el área conductual y terapéutica, y me llamó poderosamente la atención, Dr. Villaut —dijo Teresa, con voz suave pero segura:
—. Investigando más, descubrí que está trabajando con niños vulnerables, como está niña de la que usted habla Angélica Ema Sayen, que tiene un Trastorno Disociativo de Identidad (TID).Y quiero ser clara: mi interés en ella no es casual.
Valentín la observó con atención, pero sin permitir que su mirada se suavizara. Ella continuó, como si fuera una conversación trivial, aunque él podía sentir la tensión en el aire.
—He pensado en abrir una fundación como tengo en Rosario, aquí en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, algo innovador en el campo de la salud mental. Un proyecto que combine psicología conductual, terapéutica y un enfoque más… ¿Extravagante, podría decirse? —una pausa sutil.
—Podría ser muy beneficioso para ambos Dr. Villaout . Yo podría financiar sus investigaciones, y usted podría compartir su conocimiento conmigo.
El psiquiatra frunció el ceño, no tanto por la propuesta como por la sensación de que algo no encajaba. No solo por la fundación, sino por la curiosidad de Teresa en torno a Angélica.
—¿Qué exactamente busca en ella? —preguntó, desafiando a que lo explicara.
Teresa sonrió, un gesto que parecía más bien calculado que genuino.
—Busco algo más… profundo. Verás, mi trabajo se ha cruzado con casos similares. Y con el suyo, siento que podría llegar a algo revelador.
Puede que me ayude a comprender, no solo a Angélica, sino a todo lo que implica su reencarnación… esa teoría de la diosa valkiria y porque está joven está tan convencida de eso, cuándo sus estudios clínicos como su mapeo cerebral no muestra ningún daño neurológico así como su análisis de laboratorio no demuestran que consuma estupefacientes, al contrario muestran coherencia en discurso y su proceso cognitivo está impecable con IQ de 167, además se ubica en tiempo y espacio ¿ No, le parece fascinante está niña? , ¿ Mi querido colega?.
El ambiente se tensó. Valentín sabía que ella no hablaba en serio, no solo de la niña, sino de algo más.
Esa oferta venía con algo oculto, algo que podía hacerle más daño que bien. Y lo sabía, pero también sabía que no podía rechazar la propuesta.
—¿Y cómo espera que colabore Dra. Teresa de los Rios? —preguntó, con la voz más fría ahora.
Teresa dejó caer un sobre sobre la mesa, con una propuesta económica escrita en una servilleta más que tentadora, algo que apremiaba en su tono.
—Le ofrezco una ayuda económica significativa… para que continúe su investigación y salde sus deudas de juego, doctor…
Pero a cambio, necesito que me proporcione acceso total a su paciente.
Sabrá cómo manejarla, ¿No?,(dice con voz temblorosa Rogelio ante la mirada punzante y gélida de la mujer) —su sonrisa se ensanchó, pero la oscuridad detrás de sus palabras era evidente.
Valentín suspiró, entendiendo que había mucho más en juego que lo que ella dejaba ver.
Y aunque sus deudas lo ahogaban, y su adicción lo corroía, sabía que aceptar no solo implicaría una posible solución para sus problemas financieros, sino que también podría significar su perdición.
Se levantó de su silla con gesto de incomodidad. No podía evitarlo; la ansiedad comenzaba a apoderarse de él.
Caminó hacia la puerta, salió a la vereda y sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo. Era un atado rojo con blanco, la marca clásica, y lo abrió con gesto brusco.
Encendió su cigarrillo con un encendedor de oro, uno de esos antiguos, de benzina, con el águila grabada, símbolo de una moto clásica que guardaba algún tipo de nostalgia en su corazón.
Inhaló el humo con fuerza, sintiendo el peso de la propuesta sobre sus hombros.
Cuando regresó, Teresa lo observaba, serena. Él dejó el cigarro casi consumido en el cenicero y se sentó nuevamente.
Ambos sabían que el trato estaba hecho, aunque ninguno de los dos lo dijera explícitamente.
La tensión seguía en el aire, pero el silencio entre ellos comenzó a llenarse de una complicidad incómoda.
—Creo que… podríamos hacer algo grande, Teresa —dijo finalmente, dejando que la ambición tomara el control.
(Ella sonrió de sarcástica, pero satisfecha).