El Encubrimiento De Los Ocultos y la Búsqueda de Teo — Parte 11

Era la mañana del 13 de diciembre de 2023, la primavera culminaba para dar paso al verano, una suave brisa se entretegía con la fragancia de las flores en un ambiente cálido sobre la estancia de Añelo.

A eso de las siete de la mañana, y el Gran Toki recorría los terrenos acompañado por la peonada, aconsejandolos con la experiencia de años de trabajo en la estancia de Don Estanislao Álvaro Soler del Castillo.

Habían pasado ya siete meses desde la desaparición de Teo, el 21 de marzo, lo que apesadumbraba su alma.

Mientras el sol comenzaba a ascender, una sensación de inquietud se colaba entre los que trabajaban, aunque pocos se atrevían a hablar sobre el niño perdido.

Desde lejos, el sonido bajo del motor de una camioneta se acercaba.Chiwchi, con su rostro tenso, descendió de la Ford Ranger 2020, de color azul oscuro, casi plateado, con la urgencia reflejada en sus pasos apresurados. Sin perder tiempo, se dirigió directamente hacia el Gran Toki, apartándolo con discreción del resto de la peonada.

El peso del paquete que llevaba parecía ser más que una simple carga, y la mirada en sus ojos delataba que lo que estaba por entregar no podía esperar. Guiado por la necesidad de cumplir con una misión urgente, lo condujo hacia un galpón apartado.

En el interior del galpón, Chiwchi dejó el paquete sobre una mesa de madera vieja, aún sin decir palabra alguna. El Gran Toki lo miró con atención, pero no preguntó.El silencio entre ambos era palpable, solo la mirada expresaba más que mil palabras.

Los dos se quedaron de pie frente al paquete, sabiendo que su contenido era más que un simple objeto. Eluney, con el ceño fruncido, finalmente rompió el silencio:—Esto viene de un viejo amigo desde Buenos Aires… No sé qué es, pero sé que tiene que ver con Teo según menciona en unas de sus cartas.

El Gran Toki no dejó de observar el paquete, notando que estaba ávido de respuestas Chiwchi y que no era curiosidad casual.(El nerviosismo se palpaba en su rostro, aunque no decía ni una palabra e intentaba disimularlo).

La caja, rodeada de misterio, generaba gran expectativa, se intuye que algo grande sucedió o sucederá.El Gran Toki comenzó a abrir la caja con cautela.La madera crujió al ser manipulada, y cuando el objeto fue revelado, el aire en la habitación pareció volverse aún más denso.

Era un sello cobrizo que brillaba débilmente bajo la luz del galpón. Su forma era extraña, como una criatura similar a un niño o adolescente con alas, enfrentándose con un dragón dorado con un arma nunca antes vista.

Algo en ese sello lo perturbaba, algo que lo reconocía, pero no lograba recordar de inmediato.

En sus labios apareció una palabra, casi inaudible:—Este sello… se parece a un anillo que ha estado en mi familia, según me dijo mi padre, durante generaciones. Es de una vieja y antigua civilización, mucho antes que nuestro pueblo, los Ñamkuñün… (Las palabras le salían cargadas de recuerdos de historias que había oído desde niño, sus ojos brillaban con una mezcla de desconcierto y certeza).

¿Qué significa eso, mi gran machi Eluney? Chiwchi, aunque inquieto, no dejaba de mirar el sello, sintiendo que una parte de su alma reconocía la importancia de lo que tenían entre manos.

Ñamkuñün… es lo que éramos antes de ser los Mapuñün.

El sabio Toki pronunció las palabras lentamente, cada una cargada de un peso ancestral que casi se podía tocar en el aire, como si sus raíces se extendieran más allá del tiempo y el espacio.

Este sello es una prueba de lo que está por venir.Chiwchi, mi padre Sayhueque Lleuful N’Guillan tenía razón, y eso que está en la caja no es casualidad.

Chiwchi lo miró, el temor se hizo presente en su rostro, y no pudo evitar preguntar lo que todos temían:—¿Sus nietos a los que se les llama Los Ocultos, Gran Toki? ¿Esto tiene que ver con este Maestro Zen?El Gran Toki asintió lentamente.

Sí.Su conocimiento es esencial para lo que se avecina.Chiwchi, debemos encontrarnos en secreto con mi amigo, el Maestro Yamato Kazuo Kōryu, en Buenos Aires.

Chiwchi no entendió completamente, pero algo en sus entrañas le decía que todo comenzaba a tomar forma.

—¿Yamato Kazuo Kōryu? El rostro de Chiwchi reflejaba la confusión, pero algo dentro de él lo guiaba a continuar: —¿Es él quien puede ayudarnos a entender lo que está pasando?El Gran Toki no respondió de inmediato, pero sus ojos eran claros.

La calma en su mirada, mezclada con un sutil toque de desesperación, le dijo a Chiwchi que no había vuelta atrás.—Sí, Chiwchi. Nos vamos. El destino de Teo está ligado a algo mucho más grande que nosotros.Y el momento para actuar es ahora.

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