Episodio 4: La búsqueda — Parte 5

Mire, aquí nos regimos por el más alto estándar de calidad educativa, y lo más valioso es nuestro alumnado. El hecho de que usted nos trate de irresponsables lo tomo como un insulto.

—Por otro lado, debe dirigirse a mí, que soy la autoridad de la institución, con otro tono. Aquí, todo el equipo pedagógico desempeña sus funciones con una rígida ética profesional —dice la Licenciada Mademoiselle Estelle Lemaire a Quimey con un tono de superioridad.

Todos nuestros estudiantes se atienen al código de conducta, honor y disciplina, respetando el baluarte de quienes fundaron los cimientos del The Argentine School of Leaders.

Cuyos valores sirven como piedra angular de una sociedad nueva que deseamos construir desde este espacio. Es decir, formamos líderes para la nueva Argentina del mañana.—Soy consciente de ello, pero mi tramkaenéu está extraviado y su última comunicación fue desde este recinto, señora directora.

—Mi muchacho llamó desde el teléfono móvil de uno de sus guardias de seguridad de turno ese día, comentándome que despertó aturdido por una golpiza de parte de otros alumnos del penúltimo año del secundario, pero que no recuerda quién pudo ser.

—La comunicación tuvo que ser breve porque Teo no quiso incomodar al guardia y lo único que quería era regresar conmigo a su hogar.—Un detalle no menor que él, mi tramkaenéu, mencionó es que cuando despertó de la golpiza se encontró en el pasillo cerca de los vestuarios del equipo de rugby del colegio.—Eso le escuché por arriba porque mi teléfono no tenía mucha señal, y luego, al decir que estaba en camino, cortó la llamada —explica Quimey con preocupación.(La directora Lemaire escucha sin inmutarse, manteniendo una expresión de fría indiferencia.)

Según su sobrino, es un joven, pese a todo, muy buen alumno.—Aunque, en palabras del profesor Joseph Harrison, él menciona que Théodore es buen estudiante pero disperso, poco puntual y desordenado en su materia.—Es como que vive en un mundo de fantasía.

Señor Quimey, pese a que su sobrino tiene muy buenas calificaciones aún por el promedio, en mi opinión, él debería asistir a alguna escuela pública donde los “Jeunes” (Jóvenes en francés) se sientan más a gusto entre sus pares que son como él.

—Mire, Teo, como cualquier otro estudiante, se ganó el derecho de estudiar y graduarse aquí, incluso como esos “niños bien” que se burlan de su color de piel, también por su linaje aborigen.—Entienda, Licenciada Lemaire, de una vez. ¡Quiero a Teo de vuelta en casa! ¿Lo comprende o no? —exclama Quimey, con la voz cargada de emoción y frustración.

—Usted debe controlar su ímpetu y bajar el tono de voz. Segundo, si hubieran golpeado a alguien, sería la primera en saberlo y aquí nadie reportó ningún incidente de conducta entre estudiantes.—Como le digo, somos muy estrictos —responde la directora con frialdad.—Bien, ¿entonces Licenciada insinúa que mi weñi, mi Teo, está mintiendo?—No insinúo nada, Monsieur N’Guillán, solo soy objetiva en el análisis de la situación.

—Yo también le digo, Licenciada Lemaire, que usted y su colegio de “bacanes” son responsables del cuidado de mi sobrino, y el que ahora no esté conmigo en casa habla de su falta de cuidado.

—Viendo que no tengo cooperación real de su parte, voy a salir de aquí a hacer la denuncia formal en la comisaría que corresponda. ¡Adiós! — se despide Quimey con el rostro lleno de amargura ante la indiferencia e ironía de la directora inflexible.

(Quimey se vuelve y sale del despacho con pasos decididos, aunque su interior arde de impotencia y dolor. La directora Lemaire permanece inmóvil, sin alterar su expresión.)

(Con una última mirada desafiante, Quimey abandona el edificio, decidido a buscar justicia para su sobrino.)

Leave a Reply