Episodio 4: La Búsqueda — Parte 9

Quimey golpea la puerta de la oficina del Detective Funes y dice: —Disculpe, ¿Detective José Funes, verdad?Sí, soy yo. —responde el detective.

Señor N’ Guillán, ¿Imagino? —pregunta Funes.—Así es. —responde con firmeza entre lágrimas Quimey.

Usted denunció ayer la desaparición de su sobrino Teo Aukan el día 21 de marzo de este 2023.Lamentablemente me encuentro sin saber qué sucedió con Teodoro, mi sobrino.

Luego de un hecho de acoso escolar, él me llamó diciendo que iba a volver a casa y nunca volvió, se desvaneció en el aire. ¿Dígame qué chances tengo de encontrar a mi weñi, “El Teito”?Le voy a ser sincero, este tipo de casos lleva bastante tiempo para que se sepa el motivo de la desaparición y se localice al individuo.

Ya vamos a dar con el muchacho, se debe tratar de alguna travesura. Capaz que se fue con la novia, es común en este tipo de casos.Conozco bien al “Pichi Tiuque” y no es de hacer este tipo de cosas, aunque ahora que tiene casi 15 años lo visité en Añelo hasta sus 8 años.

Ahora, porque tiene una beca en un importante colegio privado porteño de élite que consiguió con mucho esfuerzo, vive conmigo en Quilmes, en el Barrio Villa Argentina.

Él no tiene novia, es un chico adolescente ocupado en sus estudios.¿Cómo dice que dijo? “Pichi Tiuque”, ¿y eso qué significa esa palabra, señor N’ Guillán? —pregunta con cierta curiosidad el detective, un hombre de más de 50 años.

En mapuche significa “Pequeño Cuervo”. Es así como mi padre Eluney, abuelo del muchacho, lo “bautizó” según nuestras costumbres.

Mire, oficial Funes, tengo el corazón en un hilo. Pienso que lo pudieron haber asaltado, que lo secuestraron, no sé qué pensar. —menciona Quimey con desazón.—Ok, voy a revisar todos los datos, el número de teléfono desde donde llamó.Respecto a eso, le puedo decir que hice mis propias averiguaciones.

Él llamó luego de la agresión de unos alumnos abusones más grandes que él, desde el teléfono móvil de un guardia de seguridad del turno tarde-noche llamado Martín Pedemonte. —aporta Quimey con esperanza de encontrar a Teo.

Bien, señor Guillán, pero no se meta en líos de gusto. Deje esto en mis manos. Le prometo por mi hija, que está viva pese a un hecho de inseguridad, que no pararé hasta que Teo vuelva con usted.¿Lo promete, detective? ¿Veré a mi Calfú de nuevo?

¡No le prometo! ¡Se lo aseguro! Vamos a tomar declaración a testigos que lo hayan visto minutos previos a desaparecer, a sus amigos inclusive, y voy a verificar junto a mi fiel colaboradora, la oficial cabo Soledad Urrutia, el registro de las cámaras de seguridad por el camino que usted me dijo que pudo haber recorrido.

Le aseguro que daremos con su paradero. Es todo lo que podemos hacer por el momento. Me comprometo a traer sano y salvo a su sobrino. En mis más de 36 años de experiencia, fueron pocas las veces que me equivoqué.

Tengo una corazonada de que lo vamos a encontrar sano y salvo. —asegura sin titubear el Detective José Enrique Funes. Luego, el oficial le tomó declaración de los últimos momentos en los que vio a Teo, sobre sus relaciones sociales, pasatiempos y demás información de interés para la causa.

Parece que ahora no puede hacer nada más que esperar noticias de parte de la justicia, una espera que en muchos casos no necesariamente termina bien. Quimey confía en Miqueas y Estefanía ya que jamás mentirían sobre un asunto tan serio, acerca de si Teodoro se fugó por rebeldía, miedo o enojo por no adaptarse a su nueva vida y al acoso del Rino Oski y sus secuaces.

Pero siempre queda un poco de duda. ¿Y si ellos saben algo más? ¿Y si lo cubren y Teo volvió a Añelo en secreto porque extraña a su “Laku”? (En mapudungun significa abuelo).

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